.: Tiempo :.
Sólo dejate escurrir el llanto
de las memorias entrelazadas en tu ventana.
Escribele a la lluvia que se marcha
y a la luna que te acompaña.
No dejes de gritar,
y de dejar a que te lleven.
Llevate, muevete, llevame...
Espera a que pase y que cambie tu reflejo en el espejo,
que las notas se hagan largas
o que pare y nos haga creer en algo infinito.
Como una gota en el petalo, como un esbozo en tu sonrisa.
Quedate mirando al mar, al cielo, a la luna
y juguemos a que no existe y que somos libres
juguemos a que el sol se mueve, pero no cambiamos
ni con los años ni con las caricias.
Juguemos a que todos los abrazos saben a chocolate de ayer.
Pero que mis manos no esten despegadas del suelo.
Aun te puedo ver, cielo de tus ojos.
Tal vez ya no me escuches,
y tal vez ya no me sientas reconocer
si ves por ahi mi cabello...
pero tu vida se entrelazo tanto con la mia
que jamas dejaras de ser mi medida infinita.
Empecemos pues a dejar
que se nos escurra por los ojos,
moje nuestras espaldas y
nos enloquezca
con palabras sin sentido
y recuerdos ordenados en afiches.
Esperemos a que cante de nuevo
la mañana tibia
y caminemos, juntos,
al brillo que nos espera después de la cornisa.
de las memorias entrelazadas en tu ventana.
Escribele a la lluvia que se marcha
y a la luna que te acompaña.
No dejes de gritar,
y de dejar a que te lleven.
Llevate, muevete, llevame...
Espera a que pase y que cambie tu reflejo en el espejo,
que las notas se hagan largas
o que pare y nos haga creer en algo infinito.
Como una gota en el petalo, como un esbozo en tu sonrisa.
Quedate mirando al mar, al cielo, a la luna
y juguemos a que no existe y que somos libres
juguemos a que el sol se mueve, pero no cambiamos
ni con los años ni con las caricias.
Juguemos a que todos los abrazos saben a chocolate de ayer.
Pero que mis manos no esten despegadas del suelo.
Aun te puedo ver, cielo de tus ojos.
Tal vez ya no me escuches,
y tal vez ya no me sientas reconocer
si ves por ahi mi cabello...
pero tu vida se entrelazo tanto con la mia
que jamas dejaras de ser mi medida infinita.
Empecemos pues a dejar
que se nos escurra por los ojos,
moje nuestras espaldas y
nos enloquezca
con palabras sin sentido
y recuerdos ordenados en afiches.
Esperemos a que cante de nuevo
la mañana tibia
y caminemos, juntos,
al brillo que nos espera después de la cornisa.
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