[ Petits mots, Petites morts ]

¿Por qué llamaste magia? ¿Por qué nos dejaste en el desencuentro del momento, y nos hiciste sonreir cuando no teníamos que creer? Esa magia que regresaba y esos segundos que nos rompían…a cada contrapunto más. ¿Y si hubieras dejado un mensaje para aclararlo todo? Y no nos hubieras dejado ese gran sabor de ti, ese recuerdo a melancolica miel y de roja luz derramada. Nos dejaste a la mitad, nos hiciste pensar que todo estaba mal, cuando no había ningun Judas cerca. Nos hiciste volar y nos golpeaste justo/en medio/de los labios. Magia de los ayeres muertos, de los trucos deshechos y revelados, magia de la fuerza de la juventud: Nos llamaste en el momento menos indicado para el corazón porque nos hiciste creer en el mañana de un sentimiento que tal vez mañana muere. Ahora magia rota, graciosa, impertinente. Me dejaste solo y preguntándome ¿por qué, magía, nos llamaste esta noche? Ahora….yo ya no creo en ti.

Que la vida de en sueño. Que la vida es sueño. ¿Qué, yo? Sigo esperando. Las noches se descobijan de mi aliento y alimentan las bolsas de los ojos. Todo sique frío, mojado, relampagueante. Solo fluyendo y escurriendose por de entre mi memoria. Suspiro. Viento al amanecer de sueños eternos de fortuna. Caja de vida, sin vida. Rincón oscuro del pensamiento que rasga y mancha la imaginación. Calor subiendo y rojo fluyendo. Fruta de vida condicionada. A la deriva del mar humano: surcando lunares, heridas y fosas. Llenando de hijos cada posible sensación. Las palabras se resbalan por entre tus lineas... No eres libro, no eres alarde, no eres testigo ni testamento. Eres una sandia y condenada y gorda te pudriras ya sin ser letrada. Sin ser una sandia sobresaliente.