Confieso. Confieso que he vivido como Neruda. Confieso al peor de los abismos: que he vivido y pecado, como cualquier mortal. Confieso que he vivido las peores tormentas y las mejores de las dichas. Y me he equivocado, y si claro, he vivido. Me he equivocado tantas veces que por eso mismo confieso que he vivido. Uno no puede desaferrarse del amor verdadero ni de la pasión que hay bajo de uno, pero el quivocarse da las peores memorias, y a la vez la mejor de las experiencias. He vivido aquí, entre todos ustedes, entre el amor y el desamor, la vida y la vergüenza, la calumnia y la verdad. He vivido porque he pasado por mucho, y aún a veces parece que hay hoyos donde uno se mete. He vivido y punto. Sin preguntas, sin pretextos. Pero sepan que he vivido porque aún en la luz de mi vida me he visto entre lágrimas y tormentas. Hoy, sí, lo confieso: me he vuelto a equivocar. Pero he vuelto a renacer, porque cuando la vida es más dura, se forja más fuerte la pisada. Ahora el hombre renace de la...