Al párrafo siguiente.

 Después de cerrar tantos párrafos,
el punto y aparte se cansa del trabajo de siempre.
El punto y aparte quiere sentirse único,
besar la mano de la autora
y arriesgarse a morir:
arriesgarse a convertirse en punto final.
 
El punto y aparte es testarudo,
también sentimental y voluble;
es masoquista y soñador,
es amador eterno y admirador incansable.

La autora es libre y hermosa,
tierna y temblorosa.
Es flor roja ardiente en la madrugada.

El punto, condenado por su creadora,
entierra las lágrimas de cada capítulo
y carga en su centro el peso de su amor.

La autora se cansa por la hora y usa suspensivos.
El punto corre y se acomoda en el tintero para entregarse.
Ella escribe algunas palabras finales,
mas nunca cierra la oración.
La mesita de noche se apaga,
y el punto llora comas susurradas.

Habrá que esperar para volar,
aunque la intriga de la insomne noche
dure 5 largos años.


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