El Impostor
Ayer vi a un hombre que no reconocí. Era un hombre que bajo el mismo gesto familiar traía debajo un aura diferente, triste, desolada, pérdida. Él, cómo otras veces me dijo palabras de aliento, de cariño y me abrazó. Yo al verlo a los ojos, recordé mi niñez; recordé los juegos con almohadas, las desmañadas por la escuela, la canasta improvisada de basquet en el patio y los innumerables balones de fútbol ponchados. También me acordé de cuando se fue de la casa, de cuando nos mudamos por enésima vez y él no se apareció, de cuando en los domingos de padres divorciados nos llevaba al cine y se dormía, y le regalaba a mi hermana peluches, y a mi madre vestidos y a mi billetes. Después de tantos años, jamás pensé que lo vería a la cara y me quedaría pensando si era la misma persona que me decía que todo iba a estar bien en los tiempos de vacas flacas. Este extraño, igual de extraño que mi reacción, es el mismo que regresó y se disculpó, el qu...